jueves, 9 de octubre de 2008

LUJURIA

Estas renuentes ansias de mujer
me aquejan en el lecho cada noche,
como dogma pasional, un derroche
que se enciende y no puedo contener.

Déjame urdir esta acechanza entera.
Déjame hundirme en tu rosal bermejo,
que no puedo quedar más que perplejo
siempre rendido a mi erupción grosera.

Eres tan mía, estatua soberana.
Me derrites, volviéndome impreciso.
Quiero versearte, asirte en mi cama.

Quisiera abarrotarte de estribillos.
Voy a encumbrar para ti una galaxia
o seré un deslave, un raudo desquicio.

...

No hay comentarios: