Estas renuentes ansias de mujer
me aquejan en el lecho cada noche,
como dogma pasional, un derroche
que se enciende y no puedo contener.
Déjame urdir esta acechanza entera.
Déjame hundirme en tu rosal bermejo,
que no puedo quedar más que perplejo
siempre rendido a mi erupción grosera.
Eres tan mía, estatua soberana.
Me derrites, volviéndome impreciso.
Quiero versearte, asirte en mi cama.
Quisiera abarrotarte de estribillos.
Voy a encumbrar para ti una galaxia
o seré un deslave, un raudo desquicio.
...
Hace 4 años
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