viernes, 11 de junio de 2010

Iniquidad (2003)

Alcanzaron los cimientos del silencio
tardías brújulas que apuntan la inocencia,
colores vueltos a teñirnos la mirada
con la incidencia de una fe que perderán.

Apunta el incienso
una piedad de no volvernos a mirar
en la clemencia del recuerdo que se enciende.

Y los reflejos iracundos de la muerte
pintan las costas con maitines de dolor.
El fuego eterno desprendiendo de las pieles
crueles memorias matizadas de temor.

Cuando anduvimos sobre campos terrenales
fuimos la esencia, aquella nítida ilusión.
Nos arrancamos los ropajes viscerales,
y nos perdimos en la cruz de la Pasión.

Y los reflejos iracundos de la muerte
tiñen las costas con el miedo que quedó.
El fuego eterno ha dibujado entre las pieles
antiguas vidas en albergue de un amor.

En el pasado se ha perdido la inocencia,
se ha transformado en la sublime soledad.
Hoy yace muerta la esperanza que alumbraba
en mis pupilas el camino a la verdad.

Corremos cuerpos diminutos de las olas
los arrecifes gritan juntos a la mar.
En nuestro pueblo los jirones de la niebla
han condenado esta terrible iniquidad.

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