jueves, 15 de enero de 2009

PARAÍSO CONSUMADO

Lánguida luz marginal emplázate
dos grados nimios por debajo de la media extremaunción,
recuerda que no tienes nada más que hacerte el mártir
y obtendrás cuanto has buscado
en las penas de los frágiles erarios
del hambre de los siglos que voraces
vuelven líneas el linaje de los tigres
que nos mandan: «sé yin-yang»
– yo soy dragón -
acaso un gramo de mercurio

Revuélcate en esa hambre, hazle saber que vienes
a cundir el ansia bacanal de los azores
que resuenan las aceras guerrilleras
donde los hombres dejarán de ser palmeras
convirtiéndose en ortigas que – sin almas –
flamígeras y abstemias, detenidas por el ansia
cinco cielos al oriente de la voz de los eunucos,
migrarán condescendientes de la mierda
que han usado pa´ vendernos el dolor
del paraíso. Santa iglesia,
tú eres noche a la Pasión.

- Yo te lo digo

Hermano mío, escucha: haz la paciencia
ser tu espada, y que las penas no adelanten ni rebasen
al clamor de las vocales, de las eras venideras:
vende infiernos, compra acciones y condensa en tu destino
alguna trampa que te deje ser acaso
gran señor. Y que la noche sin ocaso, celestina
aleje al cabo el santoral de experimentos
donde te has esparcido.

Vénganos tu reino,
que las gotas de tormenta se alebresten
luz boreal y quintaesencias reprimidas.

Vénganos de Dios, y sé venganza eterna.
Cuéntanos por qué, por cuándo y dónde
seguirán las hecatombes siendo ciencia
de inexactas religiones;
siendo ausencia como el Padre
es más quimera que travesti es el poeta
cuando cuenta que las lluvias se decantan
pavoneándose a la par de los amores
de Mahoma. Santa iglesia,
tú eres hito de la Venus Magdalena.

Bafomet Arcángel sueña por nosotros.
Lucifer Embajador ruega por los otros.

Abandónanos, Vera Insignia,
ven aquí o da dos vueltas alrededor de Nicea,
y después retorna entre las fábulas
simoneas de un tal Judas.

Santa iglesia, perdona, pero por más que te niegues
eres más indispensable al ser patrona de los ciegos:
con tu cuerpo se repletan las llanuras de una nueva
evolución de los ingenuos.

La verdad, te lo confieso, revoltosa:
aquí no hay verso – por muy malo
que no te considere espuria
- Te lo juro: de veras.

...

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